José Soto. Alberto Nuñez Feijóo, el flamante presidente nacional del PP, ofrecerá a Sánchez «un pacto de gobernabilidad» para alejarlo de Podemos. Pactos de Estado sin contrapartidas, es lo que propondrá el nuevo líder «pepero», que es lo que le gusta al psicópata. Si esta es su tarjeta de presentación mal vamos.

El Destroyer, persona que actúa sin miramientos, no teniendo en cuenta el resultado final de su acción (política en este caso), aun en el caso de ser ella la perjudicada, está muy bien representado por Alberto Nuñez Feijóo, que en su mente de «acomplejaditis» dice querer marcar diferencias con Vox a la vez que se acerca peligrosamente al PSOE. Increíble pero cierto: menudo Destroyer Feijóo, moderado en el lenguaje progre que quiere imponer, aunque una imagen vale más que mil palabras. Ninguna bandera de España en el Congreso de los «populares», de quien dice que no le da nadie lecciones patriotas, (¡qué soberbia!), con un sentido cínico de su concepción política, repartiendo abrazos a Casado, Rajoy y saltándose a Ayuso, dejándola colgada para abrazar a Mañueco. Un desprecio del «moderado» al mayor activo político del PP, a la única líder que combate el sanchismo con decisión en el PP. Los acomodados que buscan su lugar de confort, aplaudiendo en un 98% como locos a Feijóo, como lo hacían en tiempos pasados con Casado, con Rajoy con Aznar. Un cambio de chaquetas como ejercicio de hipocresía total.

Se vislumbra en el horizonte cercano un pacto «de facto» PP-PSOE disfrazado de política de Estado para establecer un cinturón a Vox al objeto de evitar que se destape la basura de corrupción que ambos ocultan, permitiéndose el «Destroyer» de Feijóo descalificar a Vox, sin que comience a gobernar con su partido en Castilla-León y ya le etiqueta: no tienen experiencia de gestión. ¡Ahí es donde está el temor del PP= PSOE que Vox demuestre cómo se gobierna y quite las caretas de esos políticos profesionales instalados en la eterna manipulación! Al bipartidismo le causa terror que Vox levante las alfombras en forma de auditorías y deje a la intemperie sus vergüenzas en forma de corrupción a gran escala. Ahí radica la verdad de esos «cordones sanitarios» que no dejan de ser la salvaguarda y protección de sus propias miserias. En Andalucía el PP no ha dejado al aire toda la corrupción socialista de cuarenta años. ¿Por qué será?

Es obvio que en la memoria histórica del PP se han olvidado de la clave del triunfo de Ayuso: combatir a Sánchez y demostrar que sí se puede hacer otra política de cara al ciudadano y en defensa de los intereses generales.

En tan sombría situación, su frase de «dejemos ya de repartir carnés y de ser más españoles que nadie», Feijóo debería considerar si toda la fuga de «peperos» a Vox no es el resultado de una nula oposición y un desastroso planteamiento donde se ha estigmatizado a Vox mientras los «populares» han perdido sus señas de identidad.

El «nuevo» PP rescata a toda una caterva de políticos que provienen de la etapa de Mariano Rajoy y alguno ya en situación de retirada como su padre político Romay Becaría. Y si en Ceuta sus apuestas son Yolanda Bel para situarla en el Comité Ejecutivo nacional como hizo Rajoy con ella y Maroto para que la progresía LGTBI socialista encuentre un contrapunto, además de la corrupta (condenada por prevaricación), Malika Al-Lal como vínculo ceutí con el resorte de su hermano como validos, no sé de qué renovación del PP se está hablando o qué broma es ésta, donde hay políticos que se eternizan en los cargos para perpetuarse en el «bon vivant» de sus intereses personales. Parece que el tiempo no pasa por ellos y ejercen un «peloteo» al uso y abuso tan vergonzoso como descarado.

El problema del PP no es Vox; su mochila es la desorientación política que soportan, los vaivenes ideológicos, la demostración de que no tienen banquillo (siempre son los mismos) y que el ciudadano está hastiado de tanto engaño, del derroche de egos, y de tan camaleónica máscara para atrincherarse en las poltronas por intereses personales.

Sería recomendable que Feijoó despierte de su perversa ensoñación y caiga en la cuenta que España no es Galicia. Que se olvide del pasado, que las cuatro mayorías gallegas son ya historia y que, en este tiempo nuevo, su muerte política se puede cimentar con su aproximación a Sánchez y a las políticas de la Agenda 30 que el socialcomunismo propugna como la panacea de toda nuestra problemática. Ahora le ha llegado el momento de torear y, veremos a ver si no le coge el toro por la taleguilla y la cornada en la femoral lo deja para el arrastre.

La sociedad española está en la calle llevada por su indignación de las políticas bolivarianas. La precariedad y miseria nos envuelve. La primera política de Estado es poner las cosas claras y dar respuesta a las reivindicaciones ciudadanas con soluciones; nunca ser un aliado del psicópata para no caer en aguas cenagosas y putrefactas. España y nuestra sociedad, se merecen una defensa decidida de nuestros valores y menos obsesión por Vox. La moderación no viene de un Destroyer sino de políticas convincentes, decididas y sobre todo, eficaces. Feijóo ha de abandonar su «morriña» por las cuatro mayorías absolutas gallegas, que son pasado y que solo merecen quedar en el baúl de la memoria, en el recuerdo de un tiempo que le fue propicio. Ahora afronta una realidad distinta y distante de su tierra: tratar de encauzar la deriva sociocomunista de una situación que nos está llevando al precipio y a la miseria. No más estigmas y descalificaciones a quienes pueden ser su mejor aliado para llegar a la Moncloa. Ahora, si PP= PSOE estaremos asistiendo al mayor fraude electoral de la España que quiere alejar los demonios del PSOE-UP. Más que la moderación Feijóo, se imponen la sensatez y la coherencia para conectar con el verdadero sentir del pueblo español. Ahí radica la clave de la política que se reclama desde el hastío del desbocado panorama nacional.