
José Soto. En este país la izquierda se ha atribuido una autoridad moral de la que carece y, un sentido antidemocrático y anticonstitucional que la retrata en múltiples hechos y situaciones. Ni predican con el ejemplo ni tienen legitimidad para reprender ninguna acción política, ellos que son el fraude por sistema en comportamientos electorales y personales.
Pedro Sánchez llevado de su egocentrismo y paranoia personal, se cree con el derecho de decirnos a los ciudadanos qué hemos o no de hacer, cual ha de ser nuestra conducta y qué está mal en nuestras decisiones. Su sentido antidemocrático para aceptar el resultado de las urnas en múltiples ocasiones (Castilla y León es el último caso), le sitúa en un ámbito de dictador en una democracia vigilada y que él y sus patéticos-aberrantes socios de gobierno, quieren convertir en el adoctrinamiento ideológico permanente como norma de conducta generalizada.
El pensamiento único que quiere imprimir la izquierda a toda la sociedad es la mayor aberración, dictadura moral, ética y de pensamiento que podíamos imaginar en toda una turba de impresentables representantes públicos que han demostrado llegar a detentar el poder para enriquecerse y cometer las mayores atrocidades que, políticamente, resultan inasumibles en un contexto democrático.
Ese gallinero de gobierno PSOE-Podemos con la confrontación por la guerra de Ucrania, las insidiosas actitudes ante el jefe del Estado, la permisividad del golpe de Estado en Cataluña y tantas otras, sin olvidar la política de pactos con un partido como Bildu vinculado a ETA y que supone una afrenta a las víctimas del terrorismo, es el peor ejemplo para dar lecciones de nada.
El peligro que toda esta ralea ven en Vox es la coherencia política en lo que dice y hace, su sentido patriótico que ellos tanto detectan, la defensa de la unidad nacional, su política contra esa inmigración descontrolada, su posicionamiento contra la ideología de género que no es tal y sí intrafamiliar, el respeto a nuestras tradiciones y valores, y tantísimas cosas que chirrían en el comportamiento perverso de una izquierda de la que muchos de sus componentes surgen de colectivos antisistema que buscan el caos como ya han demostrado en Cataluña.
Esta gente son los que se permiten dar consejos y se postulan como el paradigma de la pureza democrática, los mismos que ni respetan los resultados electorales surgidos de las urnas ni a los votantes de Vox, como si en el sistema de sufragio universal y libre de España, no pintaran nada. ¿Esto es democrático y esta gente son demócratas?
Tenemos el gasto de luz por las nubes y han demostrado desde el gobierno y los sindicatos «de clase» incapacidad para resolver una situación que afecta a la economía doméstica. Se han vendido las ayudas de fondos europeos como la panacea y ¿qué va a pasar ahora, señor Sánchez cuando ya no se compre la deuda pública española con la que contaba, qué pantomima nos va a contar para engañarnos?
El gobierno más mentiroso de la historia democrática, el mismo que solo ha buscado la confrontación entre los españoles desenterrando a Franco al que un elevado porcentaje de españoles ni conoció y al que la Transición española dio por amortizado, ese Pedro Sánchez que no ha dejado de mentir para continuar en el poder, da lecciones acerca de con quién o no pactar gobiernos.
En Estados Unidos, cuando un presidente miente, lo mandan a su casa. De aplicarse estos preceptos en España, Sánchez hace tiempo que debía estar fuera del gobierno, pero no ha sido suficiente su Master plagiado, la irregular colocación universitaria de su mujer o las ayudas a la empresa de su padre, como tampoco el inexistente Comité de Expertos al que abogaba durante la pandemia para justificar decisiones anticonstitucionales para imputarle ningún comportamiento poco edificante y él dice ahora que el Rey emérito ha de dar explicaciones a los españoles de su comportamiento. ¡Menuda patochada de un esperpéntico personaje, que podría protagonizar la serie televisiva «Aquí no hay quien viva»!
Que la izquierda perversa y manipuladora vaya preparándose porque la ciudadanía quiere que haya Vox para rato y en ascenso. Que sepa que Vox ha llegado para quedarse y desenmascararlos por lo impresentables que son, lo insoportables que resultan y lo deleznables en cuestión ideológica. La sociedad española está comenzando a despertar de su letargo al comprobar que su vida diaria es un tormento con las políticas de sufrimiento que aplican al ciudadano medio. Ese que se va a revelar contra todos ellos hastiado de tanta mentira y manipulación. No olviden que esa mayoría silenciosa va a levantarse contra tanto abuso y despropósito.
Los chiringuitos ideológicos ya tienen los días contados y pronto se va a acabar el despilfarro y saqueo del dinero público. El verdadero temor a Vox es que se levanten las alfombras y que las auditorias lleven a la cárcel a más de un izquierdoso. Sería el momento de rendir cuentas y pagar con la Justicia sus abusos y tanta corrupción esparcida. Ahí radica el verdadero peligro de Vox que no declaran y sí temen. En efecto. «La que se avecina» es de órdago a la grande. Que se amarren los machos. Ya no hablaríamos de pactos; hablaríamos de cárcel y de responder ante la sociedad de sus responsabilidades por los excesos irregulares cometidos. En definitiva, de corrupción.