
José Soto. La exigencia demandando hacer cumplir la ley no es provocar crispación. Hacer hincapié en preceptos abusivos tampoco es incumplir una responsabilidad política de representación ciudadana en defensa del interés general. Descubrir los excesos y «maniobras» de quienes pretenden campar a sus anchas no es censurable.
De ahí la manipulación que quiero expresar de esa izquierda que, bajo el adoctrinamiento ideológico y una pretendida vocación de engañosa defensa de supuestos intereses sociales, dicta normas, aplica comportamientos y exigencias, que son, en definitiva, una forma ideológica impuesta para anestesiar nuestro sentido reivindicativo y nuestra oposición a ser considerados dóciles ciudadanos.
Cuando Vox dice en Ceuta que hay que acabar con los chiringuitos tiene razón. Las prebendas de reparto indiscriminado a asociaciones subvencionadas con un reparto generoso de dinero público es una ofensa al necesitado, al vulnerable, al indigente que estos progres dicen defender.
El balance de 500 partos menos en el hospital de Ceuta durante el último año coincidente con el cierre de la frontera pone al descubierto cómo nuestra Seguridad Social, al borde de la quiebra, es gratuita para todas las embarazadas que, pasando la frontera sin visado, por esa exención Schengen que Marruecos quieren mantener y a Ceuta tanto perjudica, llegan a nuestro hospital para un tratamiento equivalente en derechos a quienes abonamos nuestra aportación al sistema nacional de salud, por cierto, de creación franquista, para recuerdo de esa memoria histórica que tanto proyecta Pedro Sánchez.
La escolarización «por la cara» de niños marroquíes que a diario cruzaban la frontera para acudir a los colegios ceutíes limítrofes no es de recibo y criticarlo, no puede suponer ninguna forma de atentar a la escolarización local. Este tipo de concesiones a un pais que ha buscado con diversas medidas la asfixia de Ceuta, oponerse a esta situación nunca puede ser criticable.
Tampoco que haya chiringuitos como «Enfermos sin Fronteras» (con vado incluido en la avenida Ejército Español) para la atención sanitaria a marroquíes (ojo, no a ciudadanos ceutíes marroquíes) con el dinero público de España en vez que sea Marruecos quien les atiendan como nacionales de aquel país al que tanto veneran quienes bien saben aprovecharse de las ventajas de la sanidad, ayudas sociales y viviendas de España.
Vox ha puesto blanco sobre negro lo que está mal y lo que ha de cambiar. Los beneficiarios de los chiringuitos han propalado mensajes engañosos, confundiendo o intentarlo hacerlo, a una sociedad que ha de despertar ante tanto abuso y despilfarro para quienes no tienen derecho a recibirlo.
Cuando Vox habla de «política promarroquí», lleva razón. PP, PSOE, MDyC y Caballas, la hacen, la protegen y la proyectan. Que en pleno siglo XXI haya una asociación socialista que se denomine «Mujeres progresistas» es una «boutade», un signo de decadencia, una mirada al pasado, ese mismo que dicen querer borrar y no lo hacen porque es su sustento de polémica y su razón de ser en la pervivencia de la confusión permanente y su forma de «rascar» votos con mentiras.
El calendario laboral impuesto por PP, PSOE, MDyC y Caballas es un verdadero modo de confrontar con el añadido de la supresión de una fecha emblemática para la comunidad cristiana como el día de Navidad 25 de diciembre suprimido en su traslado festivo al lunes por caer en domingo y en favor de una fiesta musulmana como el Final del Ramadán que, hasta este año, no había sido nunca contemplada. Esa continua cesión de identidad occidental y cristiana en una España donde la gran mayoría la profesa es retorcer las señas de identidad de nuestra ciudad. En ninguna otra Comunidad Autónoma se ha suprimido el festivo 25 de diciembre trasladado al lunes, salvo en Ceuta y a los pocos días en Melilla para mantener la islamización coordinada, de dos ciudades autónomas reivindicadas por el sátrapa marroquí cada vez que tiene oportunidad de provocarnos como la invasión del 17 y 18 de mayo del año pasado que no hay que olvidar.
Vox defiende la legalidad vigente más que les pese a quienes consideran el patriotismo, la defensa de nuestra identidad, las esencias de nuestro pueblo algo «non grato» para ellos que ven en el islam su santo y seña, que llevan la religión a la política, que se contradicen cuando nos quieren hacer ver que defiende libertades y ellos mismos no son libres por sus propias creencias. Hay que insistir en la legalidad que defiende Vox contra aquellos que quieren inocularnos no la vacuna contra la COVID sino contra nuestras propias esencias para que la pérdida de identidad sea constante hasta su desaparición.
Para llegar a esta situación, la desvergüenza del PSOE con las nacionalidades que ha repartido en Ceuta a través de los años no es nada novedoso con sus distintos delegados del Gobierno; lo sorprendente es que el PP se haya apuntado con Vivas a esta dinámica entreguista con un descaro impropio en un partido al que el nacional catolicismo no le ha de resultar extraño.
Convertir Ceuta en una provincia más de Marruecos, en la extensión de Tetuán con fondos europeos y una Constitución que defiende derechos y fija obligaciones, sin necesidad de que Pedro Sánchez y los comunistas de Podemos, promuevan Decretos a discreción.
Un partido como Vox que ha logrado el respaldo de Tribunal Constitucional a dos estados de alarma ilegales, no va contra los derechos de nadie sino a favor de la defensa de los mismos. Y lo hace en todos los lugares de España, incluida Ceuta, por supuesto. De manera que dejemos esos demonios de descalificaciones y manipulación continuada para poner los pies en el suelo y abrir la mente sobre las verdades y mentiras de los manipuladores. De lo que traicionan a Ceuta y están dispuestos a venderse por un plato de lentejas o un puestecillo donde sea con tal de seguir chupando del bote. ¿O hablar de la inmigración y los MENAS es mentir en esta Ceuta donde la inseguridad ciudadana es una evidencia con coches y contenedores quemados en los mismos lugares a los que otros dicen que no hay que demonizar? Se impone un cambio radical de políticas y políticos.