
EAC. Una vez más, el Gobierno socialista ha dado la espalda a los españoles, actuando con una temeraria frivolidad en cuestiones que afectan directamente a nuestra soberanía nacional. Lo ocurrido recientemente con respecto a Gibraltar no es sino la última entrega en una larga cadena de cesiones, silenciosas y cobardes, que muestran la incapacidad —o peor aún, la falta de voluntad— del Ejecutivo de Pedro Sánchez para defender los intereses de España con dignidad y firmeza.
En lugar de avanzar en la legítima reclamación de nuestro territorio, el Gobierno ha optado por validar, con un barniz de cooperación internacional, un statu quo que beneficia claramente al Reino Unido. Se consolida así una ocupación que ofende nuestra integridad territorial, nuestra historia y nuestro derecho. A cambio de supuestas mejoras logísticas o gestos de colaboración, se ha dado un paso atrás en la reivindicación de una tierra que pertenece a todos los españoles.
Gibraltar no es una colonia cualquiera: es un símbolo de resistencia, un recordatorio constante de la usurpación británica, y un deber histórico que ningún gobierno debería eludir. Cada concesión disfrazada de pragmatismo diplomático es, en realidad, una claudicación política y moral. Se está normalizando una presencia extranjera en suelo español bajo la apariencia de acuerdos funcionales, mientras se debilita la reclamación que durante décadas ha sostenido con firmeza el Estado.
La actitud del actual Ejecutivo revela una preocupante falta de proyecto nacional, una visión miope que renuncia al largo plazo por unas migajas diplomáticas inmediatas. Pero los españoles no debemos resignarnos. La reivindicación de Gibraltar debe mantenerse viva, constante y firme, como una prioridad de Estado que trasciende gobiernos, ideologías o intereses coyunturales.
Es hora de exigir una política exterior que recupere la dignidad, que no tema incomodar a nuestros socios cuando se trata de defender lo que es nuestro. Debemos presionar en todos los frentes —diplomático, económico, europeo— para que el Reino Unido entienda que la única salida justa, histórica y lógica es la devolución de Gibraltar a España. La ocupación británica es anacrónica, contraria al principio de integridad territorial y un agravio que ningún país serio toleraría sin luchar.
La historia no absolverá a quienes, por cálculo o cobardía, han dejado escapar una vez más la oportunidad de defender a España. Pero aún estamos a tiempo. Gibraltar es, fue y será español. Esa es la verdad que no debemos dejar de repetir.