Sánchez y sus adláteres, traidores de España

José Soto. Un gobernante queda retratado por sus hechos, sus compromisos y su gradop de cumplimiento. Pedro Sánchez es un ejemplo de la negación de todos estos conceptos. Sabemos que llegó al Gobierno con unas promesas que incumplió, continuó gobernando mintiendo como norma de conducta y acaba en estos días de volver a ratificarse: en su giro sobre el Sahara occidental traiciona su programa electoral y rompe el consenso en política exterior. ¿Hay quien de más que este individuo carente de escrúpulos? Se reclina ante Mohamed VI en lo que algunos perciben una gran maniobra geopolítica renunciando a la neutralidad sobre la antigua colonia española en el desierto africano.

Cabe preguntarse si a este movimiento estratégico seguirá con el sátrapa marroquí algún otro posicionamiento sobre Ceuta y Melilla. El PSOE por tradición siempre ha sido un partido entreguista y promarroquí. Recuérdese que de aquellas tarjetas de estadística de antaño cuando solo había muy pocos DNI en musulmanes, se pasó con políticos socialistas en Delegación del Gobierno y en el Ayuntamiento >(recuérdese al llamado «alcalde chilaba» por razones obvias), a un desordenado reparto de nacionalidades que han venido a vulnerar la identidad española y las señas de identidad ceutíes de forma paulatina. Algo sobre lo que el propio Juan Luis Aróstegui, en aquellas calendas tan alejado de la UDCE y de Caballas, ya propugnaba en su libro al que ahora los de «Ceuta ya» ni mencionan y tratan de olvidar en ese pasado lúgubre de un político que ha dado más bandazos que una zarabanda o un garbanzo en la boca de un viejo.

Cuando todos menos Vox celebran el volantazo de Sánchez sobre el Sahara, la misma semana que las arenas del desierto nos han inundado el país haciéndolo irrespirable, como si fuera un mal presagio de lo que se avecinaba, Sánchez en secreto y sin consultar a nadie, nos lleva a que sea Marruecos quien desvela esta situación que obliga con posterioridad a Moncloa a justificarse ante la sorpresa y enfado de todo el arco político, incluidos sus socios de coalición y los partidos que le sustenta en el poder.

Para colmo Carlos Rontomé, el otrora demoscópico que hablaba de la islamización local palatina, ahora da un viraje para acusar a Vox de defender con su actitud como «cruzados en tierras islámicas». Algo increíble en el portavoz «popular» en la Asamblea y consejero de Educación y Cultura.

El comportamiento político del PP es desconcertante, incoherente, torticero y genuxfleso ante el PSOE y los partidos promarroquíes, en un ejercicio de complejo y sometimiento con tal de mantenerse en el poder a cualquier precio. En política no todo vale y menos renunciar a los principios y a la dignidad, ejerciendo el entreguismo personal y político porque no vale todo cuando se trata de defender a Ceuta.

El PP quiere que nada cambie, que todo siga igual y cree que la ciudadanía ni ve, ni oye ni piensa. ¿Es de recibo la política local de palabrería y sin soluciones a las necesidades de los «caballas»? Cuando se dice que solo queda Vox es porque ningún partido se compromete con Ceuta, más allá de informes, reuniones, comisiones de estudio, proyectos que nunca se realizan y engaños en definitiva para mantener sus privilegios y redes clientelares.

¿Han echado cuentas de cuánta gente alrededor de PP y PSOE están comiendo de la olla grande del dinero público? Esa es la verdadera razón de que se aferren como garrapatas al poder. De ellos se valen para mantenerse: sus paniaguados, sus pelotas, sus serviles que están a su servicio. Y mientras a demonizar a Vox y a votar en contra de las propuestas de este partido, aunque vayan en contra del interés general. ¡Que más les da a ellos! Si viven divino y manejan dinero.

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